Teherán/Jerusalén.— La tensión en Oriente Medio alcanzó un nuevo y peligroso umbral tras los recientes bombardeos israelíes sobre territorio iraní y la contundente respuesta verbal del líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, quien advirtió este martes que “cualquier ataque de EE. UU. tendrá consecuencias irreparables” y acusó a Israel de cometer un “gran error” por el que, aseguró, pagará un alto precio.

Según reporta El País, más de cincuenta aviones de combate de la fuerza aérea israelí ejecutaron una ofensiva coordinada durante las últimas horas, golpeando instalaciones clave del programa nuclear y de misiles de la República Islámica. Entre los objetivos destruidos figuran una planta de centrifugadoras de uranio en Karaj, en las cercanías de Teherán, y fábricas de misiles tierra-tierra y tierra-aire alrededor de la capital.

El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, confirmó que sus fuerzas destruyeron el Cuartel General de Seguridad Interna de Irán, calificándolo como el “principal brazo represivo del dictador”. Mientras tanto, EE. UU. refuerza su presencia en la región: la ministra de Defensa española, Margarita Robles, informó que aviones cisterna estadounidenses han sido desplegados en las bases de Rota y Morón para apoyar las operaciones aéreas.

En medio de la creciente hostilidad, Jamenei reiteró que Irán no se rendirá ante las amenazas de Washington ni de Tel Aviv, elevando la posibilidad de una represalia de gran escala que podría arrastrar a la región a un conflicto de consecuencias imprevisibles.

El mundo observa con inquietud cómo cada bombardeo y cada declaración alimenta una espiral de acciones y reacciones que podría desembocar en una guerra abierta entre potencias regionales y globales.