¿Terrorismo en la Frontera con Haití o un Nuevo Capítulo en la Seguridad?
¿Terrorismo en la Frontera con Haití o un Nuevo Capítulo en la Seguridad?
La reciente decisión del gobierno dominicano de declarar como “terroristas” a las bandas haitianas ha generado un amplio debate sobre sus implicaciones y la posible respuesta de la comunidad internacional. Esta medida se enmarca en un creciente contexto de inseguridad en la frontera entre ambos países, donde las actividades delictivas han ido en aumento. A través de esta declaración, las autoridades buscan adoptar un enfoque más enérgico frente a las amenazas que representan estas organizaciones criminales.
Desde la perspectiva del gobierno dominicano, etiquetar a estas bandas como terroristas permite a las fuerzas del orden actuar con mayor contundencia y establecer una respuesta más formal en el plano legal. Esto abre la puerta a un conjunto de medidas que pueden incluir el aumento de la vigilancia y el uso de recursos adicionales para combatir el crimen organizado. La preocupación por la seguridad nacional ha alcanzado niveles altos, y con esta declaración se espera dar un mensaje claro de que la violencia y el narcotráfico no serán tolerados.
Sin embargo, la respuesta a este anuncio no se ha hecho esperar. Expertos en derechos humanos y relaciones internacionales han expresado su preocupación por cómo esta calificación puede afectar la relación entre la República Dominicana y Haití. El etiquetar a grupos como «terroristas» puede tener consecuencias diplomáticas y provocar un aumento de las tensiones, lo que podría dificultar la colaboración en temas de seguridad y desarrollo regional.
Por otro lado, algunos analistas sugieren que la medida podría ser vista por la comunidad internacional con escepticismo, destacando que el enfoque represivo por sí solo no aborda las raíces de la criminalidad, como la pobreza y la falta de oportunidades en Haití. La inestabilidad política y social en el vecino país ha llevado a muchos jóvenes a unirse a estas bandas, buscando una salida a su situación precaria. Así, la respuesta dominicana debe ir acompañada de un esfuerzo por promover el desarrollo sostenible y la cooperación con Haití para contribuir a su estabilidad.
A largo plazo, es crucial […]

Publicado el 20 de febrero de 2025
La reciente decisión del gobierno dominicano de declarar como “terroristas” a las bandas haitianas ha generado un amplio debate sobre sus implicaciones y la posible respuesta de la comunidad internacional. Esta medida se enmarca en un creciente contexto de inseguridad en la frontera entre ambos países, donde las actividades delictivas han ido en aumento. A través de esta declaración, las autoridades buscan adoptar un enfoque más enérgico frente a las amenazas que representan estas organizaciones criminales.
Desde la perspectiva del gobierno dominicano, etiquetar a estas bandas como terroristas permite a las fuerzas del orden actuar con mayor contundencia y establecer una respuesta más formal en el plano legal. Esto abre la puerta a un conjunto de medidas que pueden incluir el aumento de la vigilancia y el uso de recursos adicionales para combatir el crimen organizado. La preocupación por la seguridad nacional ha alcanzado niveles altos, y con esta declaración se espera dar un mensaje claro de que la violencia y el narcotráfico no serán tolerados.
Sin embargo, la respuesta a este anuncio no se ha hecho esperar. Expertos en derechos humanos y relaciones internacionales han expresado su preocupación por cómo esta calificación puede afectar la relación entre la República Dominicana y Haití. El etiquetar a grupos como «terroristas» puede tener consecuencias diplomáticas y provocar un aumento de las tensiones, lo que podría dificultar la colaboración en temas de seguridad y desarrollo regional.
Por otro lado, algunos analistas sugieren que la medida podría ser vista por la comunidad internacional con escepticismo, destacando que el enfoque represivo por sí solo no aborda las raíces de la criminalidad, como la pobreza y la falta de oportunidades en Haití. La inestabilidad política y social en el vecino país ha llevado a muchos jóvenes a unirse a estas bandas, buscando una salida a su situación precaria. Así, la respuesta dominicana debe ir acompañada de un esfuerzo por promover el desarrollo sostenible y la cooperación con Haití para contribuir a su estabilidad.
A largo plazo, es crucial que el diálogo entre ambas naciones continúe, buscando soluciones que vayan más allá de las etiquetas y las medidas extremas. La seguridad en la frontera es un asunto de gran relevancia, pero confrontar la delincuencia requiere un enfoque integral que considere tanto la estrategia policial como políticas de desarrollo y cooperación que beneficien a ambos pueblos.
En resumen, la decisión de calificar a estas bandas como terroristas no solo plantea un nuevo capítulo en la historia de la seguridad bilateral, sino que también nos invita a reflexionar sobre cómo abordar la problemática del crimen organizado en un marco que priorice el diálogo, la cooperación y, sobre todo, el respeto por los derechos humanos. La situación en Haití es compleja y, al final del día, es la humanidad la que se encuentra en la balanza.
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